Siempre que viajo al Impenetrable en el Chaco hago mi trabajo de amor solidario entre los Wichí y también con los Tobas y Mocoviés a quienes visitamos antes de meternos en pleno monte chaqueño. Entre sus artesanías me regalan su cosmovisión de hoy, junto al mágico patrimonio mítico de sus antepasados.
Les entrego a los niños mi menudo bagaje de cuentos que disfrutan con placer.
Con los adultos mayores y los caciques nos enredamos en las hebras de sus mitos y leyendas que traigo atesorando así el pasado de estos pueblos originarios.
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